Este camino empezó hace unos meses, cuando fui atropellada
por un auto cuando iba en bicicleta. Una desgracia con suerte, ya que no tuve
secuelas graves, salvo un dolor muy fuerte en la cintura y pierna donde me
golpeó el auto. Desde ese entonces algo cambió, ya que fue como volver a
empezar de cero con la práctica de yoga en esos días. Descansé uno o dos días
después del accidente, y retomé en cuanto pude. La verdad lo necesitaba porque
el cuerpo había quedado en un estado general de tensión.
La primera práctica. Samastitih.
Inhalo, llevo los brazos arriba, y al exhalar e intentar bajar parecía como si
fuese la primera vez que estaba haciendo Surya Namaskar. Un tironeo general en
su mayor parte en la cintura derecha me obligaba a hacer los movimientos con
mucha lentitud y consciencia. Allí me di cuenta que hace tiempo hacía todo en
automático y sin llegar a sentir cada respiración y movimiento. Los sentía,
pero no con la profundidad y presencia que merecen. Me encontré con querer
hacer la práctica que hacía siempre y no poder: no podía saltar hacia atrás, ni
hacer Utkatasana ni Virabhadrasana con la rodilla derecha en flexión. También
sentí mucho más profundamente los estiramientos laterales que se dan en las
posturas como Utthita Trikonasana o Janu Sirsasana C. Con todo esto se
me dificultaba hacer Surya Namaskar B, por ejemplo. Algo que hasta ese entonces
era algo totalmente natural para mí.
Empecé a aceptar. Aceptar mi situación, mi estado de ánimo,
mi cuerpo, comenzando a hacer una práctica adaptada a cómo estaba, ahora. Ahí sentí el gran poder de
ahimsa (no violencia) hacia uno mismo.
Si bien ya pasaron unos meses y ya estoy totalmente
recuperada, es una lección que me sigue acompañando, la aceptación. Es práctica
y desapego, como dice el sabio Patanjali. Tratar de soltar las expectativas que
uno tiene de si mismo, ya sea por querer repetir el pasado (por ejemplo, querer
hacer una postura X que el otro dia me salió espectacular) o por buscar deseos
a futuro (por ejemplo quiero llegar a hacer esto y aquello). Esto se ve mucho
en las clases de yoga. Los estudiantes se frustran por no poder alcanzar una
postura que vieron en una foto o video. O porque hoy están duros. O porque hoy
están desconcentrados. O porque estoy lesionado. O porque me duele la rodilla y
quiero hacer el loto. Y en ese buscar algo a futuro uno se pierde de la
experiencia del presente, que es muy valiosa.
La práctica es esto que sucede ahora. No lo que sucedió ayer
o lo que pudiese suceder mañana. Es aceptarse con sus luces y sus sombras y en
base a eso emprender una sadhana sincera y amorosa con uno mismo. Pararse en el
mat y despojarse de todo. Como dice el mantra de apertura:
Nishreyase jangalika
Yamane
Samsara Halahala
Mohashantyai
“Que actúa como un médico en la junga
Capaz de REMOVER el veneno de una existencia condicionada”
No vengo a llenarme, vengo a vaciarme. Y en ese vacío lo
nuevo surge. En ese vacío el ser se revela.
Namaste
Julieta Garro
Muy bello y cuanta verdad! saludos
ResponderBorrarMuy Hermoso, gracias por compartir tu experiencia y aprendizaje, sin duda hay mucha sabiduría en vos, Juli, teniendo además la bendición de la familia maravillosa a la que pertenecés....Abrazo grandote...!!!! Namaste...
ResponderBorrarGracias!
ResponderBorrarNo vengo a llenarme, vengo a vaciarme. que bello! Muchas gracias!
ResponderBorrarTe felicito por tus artículos. Realmente inspiradores, todo un gusto leerte. Gracias por compartir!
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